Los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea sobre la salud y el corazón están ampliamente demostrados en numerosos estudios. En nuestro país, podemos presumir de una gran oferta alimentaria para poder seguir este tipo de dieta, sin embargo aunque las materias primas las tenemos, en la práctica, la inmensa mayoría de la población no sigue este tipo de alimentación. No ocurría así en la antigüedad, cuando los países mediterráneos seguían este tipo de dieta y se vio que en estos países la incidencia de enfermedades del corazón era mucho menor que en otros países europeos.
En términos generales podemos decir que la base de la dieta mediterránea son el aceite de oliva, las frutas y vegetales y los cereales (en forma de pan, pasta…), y además se limita el consumo de otras grasas, carnes rojas y embutidos. Además el vino ha sido un alimento tradicional de la dieta mediterránea, si existe el hábito de consumirlo, se deberá moderar a un pequeño vaso cada día.
Puedes conocer tu grado de aproximación a la dieta mediterránea viendo si se cumplen las siguientes premisas en tu alimentación:
- La grasa principal para cocinar y aliñar es el aceite de oliva
- Consumo de hortalizas cada día (una ración de ellas en crudo)
- Consumo de fruta cada día
- Consumo de legumbres varias veces por semana
- Consumo de pescado varias veces por semana
- Consumo de frutos secos varias veces por semana
- Consumo habitual de carnes bajas en grasa y esporádico de otras carnes y embutidos
- Consumo habitual de cereales (mejor integrales)
- Consumo muy reducido de otras grasas, refrescos y dulces
Si crees que tu dieta no se aproxima a ésta, debes saber que, poco a poco, es posible cambiarla.